Comentario
sobre Las Fábulas y sus preciados tesoros, de Liliana García Quiñonez
Amigos y publico estimado que nos
acompañan esta tarde, un gusto saludarlos
Voy a tener el honor de presentar el
libro titulado las fabulas y sus preciados tesoros
Todos conocemos las
fabulas, las hemos leído en el colegio o escuchados a través de alguien o algún
otro medio de comunicación. Lo cierto es que este género tan riquísimo y tan
popular nació hace más de dos mil años. Algunos dicen en Mesopotamia, otros en la
India y muchos en Grecia, con Esopo. Lo cierto es que las fabulas, que al
principio no se llamaban fabulas, nació para instruir, aleccionar, dar un
carácter moral, pedagógico a las personas y niños. Estas historias de animales
o dioses han acompañado al ser humano en su proceso de culturización, de
civilización. Y ahora, en nuestra época moderna, con conocimientos más
complejos, con conocimientos de las pasadas culturas, nos sigue siendo
necesarias. Muchos lo buscan por ese carácter moralizante, pedagógico,
esperanzados quizás, de que, en este mundo complejo, de atolondrada y
vertiginosa globalización, estas fabulas nos salven y nos oriente y nos
mantengan en lo justo y en lo bueno.
Y en lo justo y en lo
bueno, y en lo divertido, yo agregaría, está este libro de la escritora Liliana
García Quiñonez: Las fábulas y sus preciados tesoros. Sí, porque es un tesoro lo
que ella nos da; un tesoro de enseñanzas y diversiones. Un tesoro de justicia,
de amor, un tesoro para los niños, y para los grandes también, que buscan un
tesoro para los suyos. Claro que las fábulas del texto de Liliana García son
sui generis, únicas, porque son extensas, a diferencias de otras fábulas conocidas
que son cortas, y están en verso o en prosa. Pero lo que comparte Liliana, con
otros fabulistas conocidos son su deleite, su diversión, como son Iriarte,
Samaniego o La Fontaine, grandes fabulistas que nos han dejado sus fabulas
inmortales.
El libro de Liliana
García se compone de 10 historias, empezando por el gallo altanero, un gallo
joven que llega del extranjero, llega al gallinero y se comporta vanidoso…y
soberbio frente al único gallo viejo. “No necesito demostrar nada. Yo soy un
gallo fino y sé dónde está mi lugar”, afirmó desafiante el recién llegado.
Hasta que sufre un accidente, y aun así el gallo viejo le ofrece su comprensión
y ayuda.
Luego tenemos a
Blanquita, la ternerita inteligente. Un relato tierno, de cariño y agudeza. La
ternerita había desobedecido a su madre la vaca, pero luego la ternerita salva
de un peligro a su madre, y ambas se reconcilian.
El ganso y su amigo
el cerdito, una fábula de amistad.
Hércules el cordero
negro, una fábula que alecciona a quienes juzgan por el color.
Todos somos iguales,
que nos habla de la discriminación de género, del machismo; que por creerse que
es macho ya merece más y subestima a la hembra.
Los burros
encantados, un texto mágico que nos cuenta de la comunicación de dos burros con
un niño, un niño que tiene la rara virtud de hablar con los burros, esto a la
postre, le genera beneficios al chico y le permite salvar de un peligro a otros
animales. Y también ayudar con la leche de la burra a los que se enferman de la
piel, pues bastaba un baño con esta leche, y se curaba.
Y llegamos a la parte
más novedosa del libro: las historias de Clocló, una gallina que figura en
cuatro historias, es decir una pequeña saga dentro del texto, si cabe el término.
Es la primera vez que un personaje de fábula aparece en otras historias. Parecería
las aventuras de Clocló, esta gallinita tan acicalada, tan especial, que
almuerza con tenedor y cuchara, que se viste bien y que le gusta ayudar a
otros, a pesar que los otros no son como ella.
He aquí cómo empieza:
En un país muy lejano y
pequeñito, existía una granja encantada; lugar donde vivía una gallina muy
peculiar llamada Clocló.
Clocló era la encargada de la administración de la
granja, siendo querida y respetada por ser una gallina muy inteligente y
laboriosa, a quien le encantaba el orden y la limpieza.
Ajá, desde el principio
de la historia, vemos cómo era Clocló. Cómo nos atrapa la atención diciéndonos
de ella. Sigamos:
Todos los días, a las seis
de la mañana, ella ya se encontraba lista para salir a dar su ronda habitual.
Se colocaba unos lentes grandes y redondos, cogía su chal con mucho cuidado,
lo deslizaba por su espalda y se lo ataba al cuello haciendo un lacito casi
perfecto. Ella adoraba ese chal, no solo porque se lo había regalado su madre,
sino porque era una herencia que había pasado de generación en generación. Seguidamente,
colocaba su cuaderno bajo su ala izquierda, y por último cogía su lápiz con
la punta de su ala derecha.
Qué bonita manera de
narrar. Nos dice más acerca de Clocló. Y esta introducción termina así:
Clocló tenía un ritual que repetía todas las mañanas
al salir de su corral: miraba al cielo, daba un suspiro y decía:
—¡Bendigo este día con
amor, y estoy segura de que el día de hoy será mucho mejor que el de ayer!
Y ya tenemos una
imagen más clara de Clocló; la autora ha caracterizado muy bien a su personaje,
tanto externa como internamente. ¿Pero esto es suficiente para que la historia
sea buena? Noo, tiene que haber la oposición, el problema.
Y aquí viene una
partecita del problema:
Era como un espectáculo
para todos, quienes se reían y burlaban de sus hábitos tan distintos al de los
demás, pero, afortunadamente esas burlas a ella no le importaban en realidad,
debido a que era feliz con lo que hacía.
Pero aquí tampoco
está todo el problema, sino que está en el hecho de que:
Clocló no podía poner
huevos, no tenía pareja, porque los demás eran diferente de ella. No comían con
cuchara o tenedor ni eran ordenados. Y como ella no podía poner huevos, entonces
el dueño quería venderla.
¿Qué hacer? Hay que
resolver el conflicto.
Cierto día un hombre
baja de un camión y se esconde cerca de la granja, en la noche entra para robar
los animales, y el dueño se da cuenta y se enfrenta. El dueño estaba a punto de
ser derrotado, pero ahí interviene Clocló. Se mete en la pelea y ayuda a su
dueño a espantar al ladrón.
Por esta acción valiente,
el dueño decide tenerla en su granja para siempre.
—¡Gracias, Clocló, me has
salvado la vida, eres muy valiente! ¡Te cuidaré hasta que sanes, y te prometo
que vivirás en esta granja por siempre!
Aquí culmina la
primera parte de la historia de Clocló.
En la historia
siguiente tenemos otra vez a Clocló organizando un concurso de belleza. ¿Se
imaginan a los animales desfilando? Aquí está la gallina mostrando sus dotes de
organizadora.
En otra historia que se
titula: La idea fantástica de Clocló. Ella tiene que solucionar problemas de
varios animales de la granja, muchos de ellos insatisfechos. Clocló tiene una
idea que hará que todos solucionen sus problemas a la vez, y se relacionen y
hagan las cosas en conjunto.
Y en la última
historia: Clocló se enamora. Así se titula. ¿saben cómo sucedió eso? Les cuento
una partecita.
Era una noche tranquila como cualquier
otra, cuando el sonido de una campana alarmó a todos los vecinos. Aquel sonido
solo se escuchaba cuando algo grave sucedía. Y efectivamente, así fue. En la
granja vecina se había producido un voraz incendio.
Ujú, ¿y cómo se
produce el enamoramiento? Pues resulta que le encargan un animal de esa granja
incendiada para que se quede en la granja donde vive Clocló, mientras reconstruyen
la granja.
Al día siguiente, después
de la tragedia vivida, el dueño de la granja donde vivía Clocló, ingresó al
corral de las gallinas con un gallo en los brazos, el cual había sido rescatado
del incendio. Clocló y las gallinas, al ver llegar a su amo, se acercaron
cuidadosamente.
Todas las gallinas miraban al extraño, algo impresionadas
y atónitas; pero en ese preciso instante, escucharon el ruido que hizo el
cuaderno y el lapicero de Clocló al caer al suelo, lo que hizo que cambiaran su
atención hacia ella, y más aún al notar que la gallina estaba como
hipnotizada, quieta y en silencio; tanto así, que no se había percatado de que
sus cosas estaban regadas por la tierra.
—¡Hola, mi nombre es Gustavo! ¡Encantado, señoras de
estar aquí con ustedes! —fue así como se presentó, el nuevo compañero.
En ese momento, todas las gallinas salieron corriendo
y solo quedó Clocló, quien se acercó a él y le dio la punta de su ala a modo de
saludo.
—¡Encantada de conocerlo, Gustavo, yo soy Clocló!
—dijo tímidamente y algo ruborizada.
Gustavo era un gallo muy
peculiar, al igual que Clocló. Él llevaba un chaleco negro con una corbata
estilo michi de color rojo, y completaba el atuendo con una camisa blanca que
entonaba con su apariencia gallarda. Además, bajo el ala tenía un cuaderno de
apuntes, y en la punta de su ala derecha sostenía un lápiz, al mismo estilo que
la sorprendida gallina.
Pero hemos dicho que
el gallo recién llegado iba a estar en la granja de Clocló mientras se
reconstruía la granja incendiada, es decir, estaba temporalmente. Así que… ¿qué
pasaría?
Aquí les dejo para
que ustedes continúen la historia.
Acabo diciendo que Clocló
me ha impresionado. No sería raro que aparezca de nuevo en un libro aparte.
Creo que Clocló se lo merece.
Y también la autora,
se merece un aplauso, por acercarnos a este personaje singular de las fábulas.
Mil gracias.
Jack Flores Vega
Huaral, 23
de Enero de 2023
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