Buscar este blog

domingo, 21 de octubre de 2018

EL DESAMOR, LAS BOTELLAS Y LOS HOMBRES EN LA NOVELA "PECADO", DE KEN SÁNCHEZ



El desamor, las botellas y los hombres en la novela Pecado, de Ken Sánchez

 Hay novelas que nos sorprende, novelas que nos sacan de nuestras casillas y nos llenan de interrogantes. Novelas que sorprenden por su estructura, su lenguaje, su ambición. Novelas que marcan un antes y un después, que abren nuevos horizontes. Pero también hay novelas que sorprenden porque se apartan de la corriente, del canon literario predominante en un país. Para el caso que nos toca ahora, la novela Pecado, de Ken Sanchez es algo insular en la narrativa peruana. Y no solo la novela, creo que hasta su autor es insular. Ken sanchez ha venido desarrollando una narrativa bastante apartada de lo predominante en el país. Si bien su primera novela es de corte hiperrealista, allegada al realismo, es esta exageración  del realismo lo que la hace singular.
Hay que recordar que el realismo buscaba analizar, cuestionar la sociedad, denunciar los males. Pero no es esto lo que vemos en la narrativa de Ken Sanchez. ¿Estaría más cerca de la corriente Naturalista? El Naturalismo deriva del realismo, lo exagera, y busca explicar los comportamientos del ser humano, describir el entorno social y derivar las leyes que rigen la conducta humana. Para esto el naturalismo describía ambientes sórdidos, situaciones de pobreza y marginación. Aquí sí hay coincidencias con las historias y los personajes de Ken Sanchez, pero tampoco se puede adscribir su obra a la corriente naturalista. Él no busca cuestionar, descubrir leyes, denunciar, arremeter contra el poder, no. Solo busca mostrar. Crear su mundo paralelo donde el amor y el desamor, y la bebida, por supuesto, son desencadenantes de una variedad y complejidad de tragedias que él, solo busca mostrar. Solo busca contar bien una historia.

El escritor español Antonio Azorín decía sobre la novela: “Escribe prosa el literato, prosa correcta, prosa castiza, y no vale nada esa prosa sin las especies de la gracia, la intención feliz, la ironía, el desdén, el sarcasmo.”   

Y tiene razón Azorín. La prosa, la historia  no vale nada sin estos elementos que le dotan de poder de persuasión, de verosimilitud. Y muchos de estos elementos están presentes en la novela de Ken Sanchez, Pecado. Veamos uno de estos elementos.

La historia empieza con el protagonista Juan, que estudia con Julia, y ambos al hacerse adolescentes se vuelven pareja. Esto ocasiona la ira del padre de Julia quien los separa. El protagonista, incapaz de soportarlo, se hunde en la bebida, y para sobrevivir se vuelve reciclador. Y entra en ese submundo donde conoce a Elisa, cuya historia termina trágicamente. Luego conoce a Elizabeth, quien lo llevará a otro destino trágico. Pero antes de este hecho se reencuentra con Julia, quien ya adulta, vive alejada de sus padres y en una situación terrible. La historia se intercala con Julia y Elizabeth. Y es aquí que la trama, aparentemente simple, tiene distintos enfoques para mostrar; empezando por la madre del protagonista que es la que empieza la historia:

 -¡Te dije que te iban a matar!
La frase de la madre salió con dureza de su garganta al ver el cadáver de su hijo tendido en la cama del hotel donde tantas noches él había albergado sus pasiones.
 Y luego cambia el punto de vista. Ya es el protagonista el que cuenta:
Hacía memoria. Su alma atormentada empezó por recordar desde el día en que recibió la carta de Julia, carta que fue para él como una puñalada que lo condenó a mil desavenencias.
 Y el relato prosigue con ese punto de vista del protagonista y no se percibe en qué momento cambia a un narrador omnisciente:
Sin importarles nada e ignorando el cansancio, la sed, el sueño, el hambre; sin rendirse ante esas desavenencias, juntaron sus alas en un sueño donde sembraron mil ilusiones en aquel barrio donde se les vio crecer. Hasta que la noticia llegó a oídos de su padre.
 Y no solo cambios en el punto de vista del narrador tiene la novela, sino también mudas en el tiempo y en el espacio.
De narrar la historia en un tiempo presente, pasa a un tiempo pasado. Y viceversa, juega, cambia. De estar en Huarás, donde empieza la historia, pasa a Los Olivos, el centro de Lima, y así, cambia.
Y también tiene cajas chinas; las técnicas narrativas antiquísimas.
El protagonista conoce a otra mujer y esta mujer cuenta su desgracia. Cada personaje importante que aparece en la novela tiene su historia. Lo cuenta el narrador omnisciente que lo sabe todo, y lo cuenta el protagonista por su propia boca. Se intercalan las historias, lo cual nos da una riqueza del conocimiento de la historia.

Además de eso la novela tiene incrustaciones de poemas:
“Hundido en su tristeza seguía asistiendo a clases cada día más taciturno, misterioso y más solitario, enredado en su mundo.

Desde
mis ojos
canta la alborada
llamando con mis oídos
a la tristeza,
unos sentados
a tomar una taza
de silencio
caminando
el río
que llora
en mis labios.

¿Quién escribe el poema? ¿El protagonista? No parece, más parece que lo escribe el narrador de la historia.
Bueno, pero no solo hay poemas, también hay una carta, una carta de desamor:
Julia, la primera amada del protagonista, alejada de él, por presión de su padre, después de tiempo, le escribe: 
¡Hola mi amor!
A esta hora ya estarás dormido, son tres de la mañana, me encuentro envuelta bajo el silencio de mi alcoba repasando mis pensamientos que no me dejan dormir; me echo queriendo soñar, pero apareces tú invadiendo todo mi ambiente.
Decido escribirte quizá la última carta que haga para nunca jamás olvidarme, ni siquiera la muerte podrá matar éste cariño que tengo.
Tú ni te imaginas lo mucho que me cuesta escribir, estás en el sueño más profundo de mi ser; no sé qué estarás haciendo, tal vez durmiendo como un bebé recién nacido, mientras que yo no he pegado ni una sola pestaña.
 Esta es la manera que tiene de narrar Ken Sánchez, que ha desarrollado Ken Sánchez; es su estilo personal, original, reconozcámoslo, y aplaudámoslo. 

La novela, pues, empieza con la madre, y termina también con la madre, quien ha leído la notica del periódico y ha acudido al hotel. Aquí también Hay una incrustación: la noticia de un periódico.
Otro elemento del estilo de narrar del autor.
Esta es, a mi entender, la mejor novela de Ken Sánchez. Por estructura y por recursos. ¿Y la temática? La temática viene con el amor, pues, y con el desamor. No hay que olvidar que en la narrativa hay tres grandes temas para tocar: el amor, la vida y la muerte. Ken Sánchez, acertadamente, ha tocado el amor.

Le comentaba a un amigo que sería un pecado no valorar esta novela, no leerla; y sería un pecado mayor no acompañar a Ken Sanchez en la formación de su talento, en la construcción de su talento, en la construcción de su mundo literario, mundo al que él nos invita, al que él  quiere que nos fijemos; tal vez así comprobemos que aun en los seres marginales, en sus desgracias, en su laberinto de pasiones y miserias avistemos también llamaradas de amor, de sacrificio.

Gracias, Ken, por la excelente novela.

Jack flores vega

Lima, 26 de septiembre de 2018

martes, 12 de junio de 2018

EL CABARET VERDE, DE JOHNNY BARBIERI


El cabaret verde. Cuentos.

JUEGO Y DRAMA EXISTENCIAL EN EL CABARET VERDE, DE JOHNNY BARBIERI

Hay libros que al terminar la lectura nos recuerdan otros libros, nos llevan de regreso a otros libros, historias que nos recuerdan otras historias, cuentos que nos llevan a evocar otros cuentos. No es casual que sea así, la literatura se alimenta de la literatura del pasado. Es como un tren del que uno va jalando. Cada autor agrega algo y jala el coche de la buena literatura. Para el caso de “El Cabaret verde”, libro de relatos de Johnny Barbieri, sucede lo mismo; la lectura de los ocho cuentos que conforman el libro me ha llevado a evocar otros cuentos, otros autores, y a buscar en la memoria otros libros que se le asemejen en su conjunto, pero no lo he logrado a cabalidad; a lo mucho, he podido evocar otro cuento o autor que tiene en su trama características parecidas, como es el caso del escritor peruano mexicano Mario Bellatín, y su historia que también gira en torno a peces de un acuario; solo que en el cuento El cabaret verde sorprende más por el conocimiento de peces que tiene el autor y por los personajes marginales (un acuarista tartamudo y una prostituta), sumergidos en una atmosfera de desesperación y obsesión que desembocan en una tragedia:
“…entonces vio a Elisa tirada sobre el suelo, muerta, se acercó, quiso tomarla en sus brazos pero no lo dejaron,
………………..
La riccia flotante bajo la luz alógena cobijaba a los guppys, mientras los platys nadaban libres en ese pequeño mundo submarino donde ahora, Horacio, estaba sumergido por completo y de donde no saldría jamás.”

Pero no es el único cuento del libro que hace evocar a otro autor; hay también otro cuento que evoca otro cuento de otro autor famoso, como es el caso de Edgar Allan Poe, y su cuento policial. “Ojos Rojos”, texto de El cabaret verde, es un relato que tiene un principio policial, con un agente que se acerca a la escena del crimen: una anciana muerta, con la piel rasgada y cabellos salidos, y otros horrores, y es aquí donde el agente policial va a tratar de desentrañar el crimen. ¿No evoca acaso a ese cuento de Allan Poe, el crimen de lord Arthur Saville, donde gracias a deducciones e inducciones se llega a esclarecer el crimen? Bien, aquí es al principio casi lo mismo, solo que al avanzar el relato nos damos cuenta que no es así, y que el relato, de principio policial cambia a uno de horror, un horror que espanta y perturba, la prosa que va contando este hecho se torna hipnótica, paraliza a quien lo lee, y asusta. Es, a no dudar, un gran cuento. Difícilmente un lector de este relato se va a olvidar de este horror, y creo que va a vivir con ello hasta el fin de sus días.
Y así podríamos seguir con otros cuentos del libro, como el de “Coloretes”, de personajes homosexuales. Es decir, hay distintas variantes en este conjunto de historias de  Johnny Barbieri,  que difícilmente se le podría encasillar en un estilo o tendencia. Su temática, si bien critica, realista, corrosiva, no lo es de denuncia; el autor más se preocupa de mostrar, dibujar bien a sus criaturas e impactarnos con sus acciones y deleitarnos con su bien elaborada prosa.        
Pero decía que hay otros relatos que evocan, y claro, está el cuento del homosexual pintor que comparte cuarto con un pintor que se enamora de una mujer recién llegada de provincias, buscando abrirse camino. Y al optar ella por un sucio oficio, abandona el cuarto. Y el pintor va tras ella, solo para constatar que ella ya ha perdido todo, hasta el mínimo respeto, sin ningún atisbo de amor al pintor, quien decepcionado, se mata. Esto es lo que rememora su pareja que habla de él. Pero aquí, lo que resalta más es la prosa, tan bien llevada, con juegos y frases que recuerdan al Rayuela, de Cortázar. Que tal deleite.

“No hacia falta más cerrar las cortinas u ocultarse tras esas falsas mascaretas de polvo blanco con que nos cubríamos el rostro. Pensé que era mejor abrir un agujero en el paño rosa para que todo el mundo nos viera tal como éramos: libres, sin prejuicios, más transparentes que nunca. Alcé la vista y lo miré fijamente a los ojos; no pude decir nada esta vez, me intimidaban sus ojos, esos grandes ojos oscuros, siempre lejanos.”

Reafirmo entonces, los relatos no son críticos, no buscan moralizar ni hacer hincapié en la pobreza ni la injusticia, solo muestran; el autor solo se preocupa de hacérnosla palpable…a través de la estetizante y adictiva prosa que maneja.

Felicito a su autor por este maravilloso libro de cuentos que contribuye a seguir jalando del coche de la buena literatura…y por deleitarnos con la buena prosa que maneja.
Gracias. 
  
Jack flores vega

Lima 11 de junio de 2018