Buscar este blog

domingo, 31 de marzo de 2013

CUADRO EN MOVIMIENTO Y OTROS POEMAS




Cuadro en movimiento y otros poemas 
Los poemas visuales de Rafael Miranda

Desde las primeras vanguardias históricas a comienzos del siglo XX, el arte, la literatura se alternaban armoniosamente con elementos no sólo de la realidad cotidiana sino que anunciaban la portentosa aparición de la tecnología en los textos y otros soportes que el arte hacía de ellos para evidenciar su presencia. Pensemos en los futuristas italianos que alababan a las máquinas insuflándoles alma, corazón y vida. A los Dadaístas que hacían collages con trozos de fotografías, y de los surrealistas apropiándose de los estudios de Freud y proponiendo la escritura automática o utensilios de uso domésticos elevándolos a la categoría de arte (como fue el caso del famoso inodoro de Marcel Duchamp que inauguró el arte de nuestros días). Los lenguajes se interconectaban y se plasmaban en todos los ismos que, de allí hacia delante, el arte no volvió  a ser el mismo.
En Latinoamérica, las vanguardias de principio de siglo, con su propia peculiaridad, hicieron lo propio.
En el Perú tenemos los casos de Carlos Oquendo de Amat, Hidalgo, Juan Parra del Riego, Martín Adán, entre otros. Y ahora, aun en pleno siglo XXI, tenemos a Rafael Miranda, abogado, narrador y poeta que ha poetizado estas propuestas con un tono contemporáneo.
En sus textos se plantea la relación de música (rock en este caso), la pintura, la escritura y la tecnología. Las palabras son el hilo conductor que nos va a señalar a palpar estos objetos del dicente que va expresando su malestar y sus grandes goces de la vida en cada una de sus páginas.
El erotismo se manifiesta no solo corporalmente sino visualmente, como si estuviéramos viendo una película que se discurre lentamente, enfocando su atención en los íntimos recovecos del cuerpo; el cuerpo femenino que lo metaforiza como una ciudad donde el sujeto poético transita en su libre albedrío que le da su imaginación, no sin antes toparse con la imposibilidad de un deleite total; para ello recurre a una utopía; y, con renovada energía, nuevamente acomete para llegar a las cúspides del éxtasis. Este impedimento que se le presenta, le da, a pesar de todo, más fuerzas que van renovándolo a casa verso y, como el mito de Sísifo, continúa hasta la extenuación. El yo poético manifiesta así, casi detalladamente, su conflagración que produce el cuerpo junto a otro cuerpo, aflorando ese lado oscuro animalesco que tenemos dentro. La libido emerge como un iceberg a la superficie de la piel cuyo escenario es el cuerpo de la mujer, para ser más preciso.

En esta fusión de cuerpo, arte y tecnología, como metáfora se entiende, Rafael Miranda abre un camino hacia el mundo interior o a su mundo interior y nos lleva a otra dimensión, a otra realidad. Sus imágenes, de cuño surrealista y onírico, ahondan esta sensación de aquello que le fue muy caro a los románticos alemanes: esa búsqueda constante de la quimérica flor azul que el gran poeta Novalis evocaba en sus poemas.
Sensualidad y osadía hay en ciertos versos de su libro Cuadro en movimiento y otros poemas. Aquí un poema.
                                   
                   ODA A CHARLOTTE

Con tus manos  envuelves esta sinfonía de labios carnosos
 dentro de mi pintura
 ¡OH! Charlotte 
 Te conocí caminando encima de mi cuerpo
 papel sonrisa
 cueva de  versos dorados,
 dormiste en la esperanza.
 Mientras ella y yo conversábamos sobre  aquel cuadro que nos  mira
 Tú descendías a las profundidades de mi piel  sumergida en los brazos de maniquí
 Como una pintora expresionista que camina en mis sensaciones y emociones
 Dibujada   en tus ojos de color lila
 Y jugueteando en mi regazo que duerme   en un beso  sensorial
 Eres el retrato de pelusas eróticas  recorriendo suavemente los labios 
 de mi noche húmeda 
donde la poesía y la pintura se funden en gemidos y jadeos que nadan suavemente       en una canción 
 Una canción de piernas rojas con rayas en lencería negra,
 que adornan mi habitación
 para terminar devorándonos en un zarpazo de deseo.


Y finalmente, este otro poema con el cual termino deseándole mayores éxitos a las nuevas obras que Rafael Miranda nos tiene acostumbrado.
                                


                             ESBELTA

Las nalgas del mar se posan en tus ojos
las palabras nadan  en sus olas.
El viento vuela  al viento y  abre  sus brazos que acarician mi mente
Stravinski  se desborda en tus labios
Mientras pintas el cielo en  luz
Una luz de estrellas que  se escucha en un bar un domingo por la tarde
La desnudez de las voces se pasean por Lima
Un vientre   en flor apacigua mi nostalgia
Alzo al vuelo con mis alas mojadas de presente y aterrizo en  tus muslos/ descubro la ciudad  de parís.
Un parís que llevo  en tus piernas de invierno en Lima.
Un parís que nace de la espuma de sueños de poetas de vidrio
Un cuadro  de Paul Klee se dibuja en mi ojo izquierdo y en el otro ojo llevo dibujado otro cuadro  de Kandinsky
Y a través de los cuadros  veo el prisma del amanecer acerado
Mientras la vida cabalga su culo como una gran mujer sensual sobre mi cuerpo
Yo pinto mi cuadro en tus pechos,
Y lo firmo con mi boca en tu pliegue.

         
                                                                                 Domingo de Ramos

domingo, 10 de marzo de 2013

RITOS NOCTURNOS




RELATOS DE HUANUCO
RITOS NOCTURNOS, DE MIRKO VILCA

Acabo de terminar de leer el libro de cuentos Ritos Nocturnos, del escritor huanuqueño Mirko Vilca. El libro tiene muchas virtudes: buenas historias, buenas estructuras y eficaz prosa. No lo digo por decir. Es una prosa directa, sin adornos ni artificios –ni experimentalismos-, pero no por eso menos literaria. Fijémonos un poco en el cuento Cartera Negra, en su principio: María no pudo conciliar el sueño desde que perdió la virginidad con Esteban. Directo, sin ambages, introduciendo el conflicto en la primera línea. Luego prosigue: En el trabajo, mientras Esteban acariciaba los ladrillos, llenaba su corazón con quintales de felicidad. Por fin sería feliz. Y el narrador nos sigue envolviendo con la historia de la joven mujer casada con un hombre cuarentón, la cual, al parecer, no tenía experiencia de la vida. A mi niña te la llevas sin que ningún pecado haya cometido –había dicho Francisco Canales cuando entregó a María a las manos de Esteban. Y el relato prosigue con la mujer afirmada en su vida matrimonial que consolida un pequeño negocio de cosméticos y viaja a la capital a comprar mercaderías. En uno de esos viajes sucede lo increíble. La esposa, María,  oculta un secreto. Pero esto ya lo averiguará el lector. Lo que a mí me llama la atención es el nombre de un pueblo: Corona. Ignoro si es un nombre de un pueblo existente o inventado por el autor –yo me inclino por esto último-. Lo cierto es que este nombre aparece en otros cuentos. Como en Noticias para los diarios, un cuento donde el protagonista es un periodista. Allí empieza: En todo este tiempo había viajado por muchas ciudades tratando de encontrar alguna oportunidad laboral, pero, al parecer, esta no existía. Y ahora me hallaba en Corona, cubriendo el puesto mísero de columnista de un diario local. No sé por qué este cuento me recuerda a Onetti, a sus personajes oscuros, derrotados, tragados por la noche. Sin duda, hay una gran similitud –esto ya lo averiguaré conversando con el autor-. Pero lo cierto es que funciona. El pueblo, los personajes, la fatalidad evocan la atmósfera onettiana. Lo que no quiere decir que es una copia, no. Todo lo contrario. Es un acierto. Creo, si mi memoria no me engaña, que es la primera vez que leo un libro de relatos de un joven escritor de provincias donde amalgama de una manera tan convincente y original la atmósfera onettiana que merece aplaudirse. Claro, algunos pueden decir que es faulkneriano si nos limitamos al nombre Corona; también pues, hay vasos comunicantes entre estos dos grandes autores, pero me quedo con el primero, Onetti; la prosa de Faulkner es muy recargada y no hay en este punto comparación con el autor de Ritos Nocturnos. En fin, muchas cosas se pueden decir de este libro, pero necesito limitarme y ser fiel a mis primeras impresiones. Así que concluyo.
Una vez escuché decir a un poeta nacional que es muy raro que un joven que se inicia en poesía empiece mal, “generalmente empiezan bien”, afirmaba. Algo similar podría yo decir, después de leer el libro de cuentos Ritos Nocturnos, de Mirko Vilca, empieza bien, demasiado bien; solo el tiempo nos dirá –y la práctica, la voluntad del autor- si este logra consolidarse como un buen escritor del interior del país y no quedar meramente en una simple promesa. Mis mejores deseos para él.

Lima, 10 de marzo de 2013
 Jack flores vega