Buscar este blog

lunes, 15 de diciembre de 2014

LA NOCHE Y SUS AULLIDOS, DE SÓCRATES ZUZUNAGA




Novela sobre la violencia interna  

Dolor y tragedia nacional en La noche y sus aullidos, de Sócrates Zuzunaga


Leer obras literarias sobre la violencia subversiva  –sea novela, cuento o ensayo- siempre es motivo de polémica. Algunos tildarán de apologista a tal autor, o defensor del régimen, o simple recolector de historias del libro de La Comisión de la Verdad; otros preferirán ignorarlo o desdeñarlo y darle poca difusión -dado que no es el tema que lo sienten cercano-. Lo cierto es que un autor no toca un tema porque le gusta o le disgusta, toca un tema porque eso es lo que le ha impactado. Toca un tema porque lo siente cercano a su ser, sin imponérselo,   porque lo ha sentido o lo ha visto o padecido. Eso es lo que se vislumbra en esta novela “La noche y sus aullidos”, donde su autor nos transmite, nos hace sentir toda la tragedia nacional acaecida en la época de la violencia interna; sobretodo, el sufrimiento de los habitantes del ande, de la sierra de Ayacucho, donde se inició el conflicto.
No sé si esto se pueda leer como una larga crónica o como un testimonio. El caso es que yo anhelo que tomen esto como una experiencia inolvidable para mí, por lo trágico y casi inverosímil de los hechos.” En aquel lugar conocí al señor Clemente, un campesino ayacuchano que ahora vive solo, en una covacha de quinchas y adobe, trabajando en ocasionales labores agrícolas, lo que le permite seguir respirando los gélidos aires de Kolkamarca.” 
El que dice esto es un periodista a quien el campesino Clemente le ha contado los terribles sucesos que se narrará en la novela. Pero la verdad es que lo que dice el periodista (quizás alter ego del autor) es parte también de la novela. Y eso es lo que se ve en esta robusta novela  del escritor ayacuchano Sócrates Zuzunaga. Sorprende su estructura, las voces alternadas que se van intercalando a lo largo de la historia. Los protagonistas cuentan y cuentan, y opinan. Y uno va conociendo el desarrollo de las historias conforme avanza, y claro, el desarrollo de las historias no siempre es lineal. Hay datos escondidos que luego se van revelando. Hay técnica, un alarde de técnica.  También hay cuentos incrustados que le dan realce o complemento a lo que se propone el narrador: dotarle de poder de persuasión,  dotarle de énfasis, de vida.   

“En las calles del pueblo había más milikos que estaban correteando de aquí para allá, arreando a la gente hacia la plaza; a algunas mujeres, que no querían ir, las estaban arrastrando de los pelos y las estaban pateando en el culo. Los niños lloraban…”

Dolor es lo que experimenta uno al terminar de leer la novela, repudio, pena. ¿Cómo pudo pasar esto? O como una persona de la capital alguna vez se preguntó: ¿Dónde estábamos nosotros cuando todo esto pasó? La respuesta la encontraremos al leerla.
¿No dicen que la novela es forma? Es verdad, es forma, porque el fondo lo pone uno, el ser interior de uno que capta lo que siente: Toda la violencia que se vivió en el país, toda la opresión y el resentimiento, toda la crueldad, los abusos. Y la pobreza como caldo de cultivo que alimentó toda esta violencia.  
Tiene una gran forma esta novela. Difícil resistirse a no premiarla –ganó uno de los máximos premios que otorga el país-, difícil no reconocer que perdurará, como una voz humilde que clama por hacerse escuchar. Como le pide al final el campesino al periodista: “escríbalo así, tal como yo luey contau pa que la gente sepa la verdad de las cosas… y no creya que por aquí solo pasó la lluvia”. Eso es lo que nos quiere mostrar este campesino. Su verdad, nuestra verdad, nuestra tragedia. No nos avergoncemos, no. Afrontémosla. Solo así lograremos hacer que ese terrible capitulo de nuestra historia nunca más se vuelva a repetir.

Jack flores vega

Lima, 15 de diciembre de 2014

1 comentario:

  1. Disculpe, quisiera saber si en la obra se aprecia violencia contra la naturaleza, se lo agradecería mucho

    ResponderEliminar