Libro
de poesía
MINÚSCULO DIARIO, DE
CÉSAR ÁVALOS
La poesía es el arte mayor, porque es el arte que más abstrae, decía
el poeta portugués, Fernando Pessoa. Y es verdad. Concentra mucho. Dice mucho.
Y está llena de intensidad. Y pasión. Y también de cambio. A lo largo del siglo
XX la poesía experimentó diversos cambios, y se llenó de diversas escuelas. Y uno
de aquellos cambios que la diferenció bastante con respecto a la forma poética
clásica, tiene que ver con la poesía en prosa. Se conservó los elementos de
tema y objeto y actitud del poeta, pero se cambió la rima y la métrica. La poesía
tomó otro cariz. Y entre aquellos que contribuyeron tremendamente a este cambio
está el poeta francés Charles Baudelaire, el poeta maldito. Y lo hizo a través
de una de sus obras: El Spleen de París,
la cual influyó en otros poetas y escuelas. En la actualidad la poesía en prosa
ha devenido en un ejercicio natural, y goza de buena salud. Una vez más la encontramos
en esta pequeña y bella obra: Minúsculo
Diario, del poeta César Ávalos; la vemos asimilando letras de canciones,
guiños a otros autores, versos cortos, largos, destrucción de palabras, gritos,
pesadillas; todo, en esta breve
composición poética, está escrita para atormentar:
Me cruzo con el youngker mas extremo y fiero
de este barrio, esos que andan con el demonio dentro. De esos que hablan de
drug and kill.
Le miro y le sonrió.
-No, paso-
Entonces huyo. Porque a veces es bueno huir.
Cual crudo
existencialista, todo lo que observa el poeta en su corto recorrido lo
transforma en poesía:
Me regreso del pecado y busco una lux. Una. Aunque
sea una sola
Solita lux.
Quiero ser yo quiero ser libre
Pero en verdad quiero estar lejos. Con la
soledad no se puede: o la habitas o te habita. Dulce / salada: tú escoges.
Y su individualismo exacerbado, su aire de no
estar bien en ningún lado nos acompaña, lo tiñe todo, y pareciera buscar una
salida:
Una página en blanco…
Una escena por construir
para luego destruir.
Es difícil
acompañar al poeta, es difícil agarrar su poesía y sentarla en las rodillas de
uno. Encontrarla bonita, fea. No sabemos, pero asistimos a su ritual:
Siempre es noche aquí adentro, pero la
belleza no cambia. La luz se apaga. Cerca-lejos. Uno está distante. Uno es un
paso-dos a veces…Quizá tres…Uno nunca sabe lo que ha de suceder. Los pasos
pueden ser un olvido o una vibración. Golpe de luces que llega a la retina. Te
achicas, tambaleas. Caes. Duermes exhausto. Casi malhechor. Malhechor exhausto.
Casi delincuente. Es esto poesía lo que siempre llega así. De golpe.
El spleen de Lima, de César Ávalos,
cuestionando su existencia, está servido, a ver si lo acompañamos con dos
pernods...y nos embriagamos. Salud.
Jack flores vega
Lima, 29 de diciembre
de 2014