RELATOS DE HUANUCO
RITOS NOCTURNOS, DE MIRKO VILCA
Acabo de terminar de
leer el libro de cuentos Ritos Nocturnos,
del escritor huanuqueño Mirko Vilca. El libro tiene muchas virtudes: buenas
historias, buenas estructuras y eficaz prosa. No lo digo por decir. Es una
prosa directa, sin adornos ni artificios –ni experimentalismos-, pero no por
eso menos literaria. Fijémonos un poco en el cuento Cartera Negra, en su principio: María
no pudo conciliar el sueño desde que
perdió la virginidad con Esteban. Directo, sin ambages, introduciendo el conflicto
en la primera línea. Luego prosigue: En
el trabajo, mientras Esteban acariciaba los ladrillos, llenaba su corazón con
quintales de felicidad. Por fin sería feliz. Y el narrador nos sigue
envolviendo con la historia de la joven mujer casada con un hombre cuarentón, la
cual, al parecer, no tenía experiencia de la vida. A mi niña te la llevas sin que ningún pecado haya cometido –había dicho Francisco Canales cuando
entregó a María a las manos de Esteban. Y el relato prosigue con la mujer
afirmada en su vida matrimonial que consolida un pequeño negocio de cosméticos y
viaja a la capital a comprar mercaderías. En uno de esos viajes sucede lo increíble.
La esposa, María, oculta un secreto. Pero
esto ya lo averiguará el lector. Lo que a mí me llama la atención es el nombre
de un pueblo: Corona. Ignoro si es un
nombre de un pueblo existente o inventado por el autor –yo me inclino por esto último-.
Lo cierto es que este nombre aparece en otros cuentos. Como en Noticias para los diarios, un cuento
donde el protagonista es un periodista. Allí empieza: En todo este tiempo había viajado por muchas ciudades tratando de
encontrar alguna oportunidad laboral, pero, al parecer, esta no existía. Y ahora
me hallaba en Corona, cubriendo el puesto mísero de columnista de un diario
local. No sé por qué este cuento me recuerda a Onetti, a sus personajes
oscuros, derrotados, tragados por la noche. Sin duda, hay una gran similitud –esto
ya lo averiguaré conversando con el autor-. Pero lo cierto es que funciona. El pueblo,
los personajes, la fatalidad evocan la atmósfera onettiana. Lo que no quiere
decir que es una copia, no. Todo lo contrario. Es un acierto. Creo, si mi
memoria no me engaña, que es la primera vez que leo un libro de relatos de un
joven escritor de provincias donde amalgama de una manera tan convincente y original
la atmósfera onettiana que merece aplaudirse. Claro, algunos pueden decir que
es faulkneriano si nos limitamos al nombre Corona;
también pues, hay vasos comunicantes entre estos dos grandes autores, pero me
quedo con el primero, Onetti; la prosa de Faulkner es muy recargada y no hay en
este punto comparación con el autor de Ritos
Nocturnos. En fin, muchas cosas se pueden decir de este libro, pero
necesito limitarme y ser fiel a mis primeras impresiones. Así que concluyo.
Una vez escuché decir a
un poeta nacional que es muy raro que un joven que se inicia en poesía empiece
mal, “generalmente empiezan bien”, afirmaba. Algo similar podría yo decir,
después de leer el libro de cuentos Ritos
Nocturnos, de Mirko Vilca, empieza bien, demasiado bien; solo el tiempo nos
dirá –y la práctica, la voluntad del autor- si este logra consolidarse como un buen
escritor del interior del país y no quedar meramente en una simple promesa. Mis
mejores deseos para él.
Lima, 10 de marzo de 2013
Jack flores
vega
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