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lunes, 16 de julio de 2012

El dolor en los labios, de Carlos Rengifo

Hay  obras literarias que son provocadoras, irreverentes, cuestionadoras, polémicas, según sea la sensibilidad del escritor o los demonios interiores con quien se comunica el escritor –en la acepción romántica, hay quienes se consideran solo un medio, un médium; una voz lejana es quien les dicta lo que tienen que escribir-. Y es que en toda obra literaria, en toda buena obra literaria, hay algo de trágico y de revelador: el escritor es un cuestionador, un inconforme con la realidad que lo rodea y solo escribiendo puede adaptarse al mundo y hacer que este sea tolerable para él…y para los demás, los lectores, quienes nos regocijaremos –o rebelaremos- después de haber leído la obra. La singular novela: El dolor en los labios, del escritor limeño Carlos Rengifo, tiene eso de irreverente, de sutil cuestionador. Fustiga, desacredita, le toma el pelo a la historia oficial y nos obliga a reordenar y estar atentos con nuestras ideas. ¿Por qué digo esto? Porque la novela trata de la historia de tres mujeres, todas ayacuchanas, donde el autor pone en un mismo plano a la heroína oficial del país María Parado de Bellido,  con otra mujer -heroína también para un pequeño grupo-,  la subversiva Edith Lagos, poeta ayacuchana quien cayera abatida por las fuerzas del orden en el conflicto civil armado y cuyo entierro –a decir de muchos- fue multitudinario en Ayacucho e hizo que la convirtiera en mártir. ¿Pero qué hace que la novela sea cuestionadora e irreverente -según mi punto de vista? Para empezar, las tres mujeres son ayacuchanas, del lugar de la sierra del país donde se originó la violencia y que cobró miles de muertos, masacres y fue asolada por los militares -hasta ahora se juzga a un militar por ordenar la muerte de inocentes. Dos de estas tres mujeres, aunque  vivieron en distintas épocas -María parado en la época independista y Edith Lagos, en la década pasada-, terminaron abatidas por las fuerzas del orden. La otra mujer, una escolar, -de estos años-también sufrirá el estrago de la violencia, pero de una violencia familiar, pequeña. Como si el autor quisiera decirnos que la sociedad, en su núcleo básico incuba esta violencia que después va a desencadenar una serie de frustraciones que se va a volcar contra la sociedad. Pero esta es solo una apreciación, cada lector, al leer esta generosa novela, añadirá algo de su experiencia personal, haya o no haya experimentado la violencia subversiva. Lo novedoso de la novela -del autor, mejor dicho-, es que va llevando las historias de las mujeres intercaladas, sin unirlas; solo al final las fusiona para regalarnos una imagen, una idea que martillea nuestra conciencia y nos deja reflexionando.
Decía el notable escritor Julio Ramón Ribeyro que un escritor de genio no cambia la realidad, “lo que cambia es la mirada. El escritor, en última instancia, es un filtro. La realidad pasa a través de él”. Acerquémonos a leer esta realidad, esta mirada que, con excelente prosa, y sin desmayar un ápice en su estructura, Carlos Rengifo nos la muestra.   


Lima, 25 de junio de 2012
Jack flores vega

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