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viernes, 3 de marzo de 2023

LAS FÁBULAS Y SUS PRECIADOS TESOROS, DE LILIANA GARCÍA QUIÑONEZ


 


Comentario sobre Las Fábulas y sus preciados tesoros, de Liliana García Quiñonez

 

Amigos y publico estimado que nos acompañan esta tarde, un gusto saludarlos

Voy a tener el honor de presentar el libro titulado las fabulas y sus preciados tesoros

 

Todos conocemos las fabulas, las hemos leído en el colegio o escuchados a través de alguien o algún otro medio de comunicación. Lo cierto es que este género tan riquísimo y tan popular nació hace más de dos mil años. Algunos dicen en Mesopotamia, otros en la India y muchos en Grecia, con Esopo. Lo cierto es que las fabulas, que al principio no se llamaban fabulas, nació para instruir, aleccionar, dar un carácter moral, pedagógico a las personas y niños. Estas historias de animales o dioses han acompañado al ser humano en su proceso de culturización, de civilización. Y ahora, en nuestra época moderna, con conocimientos más complejos, con conocimientos de las pasadas culturas, nos sigue siendo necesarias. Muchos lo buscan por ese carácter moralizante, pedagógico, esperanzados quizás, de que, en este mundo complejo, de atolondrada y vertiginosa globalización, estas fabulas nos salven y nos oriente y nos mantengan en lo justo y en lo bueno.

 

Y en lo justo y en lo bueno, y en lo divertido, yo agregaría, está este libro de la escritora Liliana García Quiñonez: Las fábulas y sus preciados tesoros. Sí, porque es un tesoro lo que ella nos da; un tesoro de enseñanzas y diversiones. Un tesoro de justicia, de amor, un tesoro para los niños, y para los grandes también, que buscan un tesoro para los suyos. Claro que las fábulas del texto de Liliana García son sui generis, únicas, porque son extensas, a diferencias de otras fábulas conocidas que son cortas, y están en verso o en prosa. Pero lo que comparte Liliana, con otros fabulistas conocidos son su deleite, su diversión, como son Iriarte, Samaniego o La Fontaine, grandes fabulistas que nos han dejado sus fabulas inmortales.

  

El libro de Liliana García se compone de 10 historias, empezando por el gallo altanero, un gallo joven que llega del extranjero, llega al gallinero y se comporta vanidoso…y soberbio frente al único gallo viejo. “No necesito demostrar nada. Yo soy un gallo fino y sé dónde está mi lugar”, afirmó desafiante el recién llegado. Hasta que sufre un accidente, y aun así el gallo viejo le ofrece su comprensión y ayuda.

 

Luego tenemos a Blanquita, la ternerita inteligente. Un relato tierno, de cariño y agudeza. La ternerita había desobedecido a su madre la vaca, pero luego la ternerita salva de un peligro a su madre, y ambas se reconcilian.

 

El ganso y su amigo el cerdito, una fábula de amistad.

 

Hércules el cordero negro, una fábula que alecciona a quienes juzgan por el color.

 

Todos somos iguales, que nos habla de la discriminación de género, del machismo; que por creerse que es macho ya merece más y subestima a la hembra.

Los burros encantados, un texto mágico que nos cuenta de la comunicación de dos burros con un niño, un niño que tiene la rara virtud de hablar con los burros, esto a la postre, le genera beneficios al chico y le permite salvar de un peligro a otros animales. Y también ayudar con la leche de la burra a los que se enferman de la piel, pues bastaba un baño con esta leche, y se curaba. 

 

Y llegamos a la parte más novedosa del libro: las historias de Clocló, una gallina que figura en cuatro historias, es decir una pequeña saga dentro del texto, si cabe el término. Es la primera vez que un personaje de fábula aparece en otras historias. Parecería las aventuras de Clocló, esta gallinita tan acicalada, tan especial, que almuerza con tenedor y cuchara, que se viste bien y que le gusta ayudar a otros, a pesar que los otros no son como ella.

He aquí cómo empieza:

En un país muy lejano y pequeñito, existía una granja encantada; lugar donde vivía una galli­na muy peculiar llamada Clocló.

Clocló era la encargada de la administración de la granja, siendo querida y respetada por ser una gallina muy inteligente y laboriosa, a quien le en­cantaba el orden y la limpieza.

 

Ajá, desde el principio de la historia, vemos cómo era Clocló. Cómo nos atrapa la atención diciéndonos de ella. Sigamos:

 

Todos los días, a las seis de la mañana, ella ya se encontraba lista para salir a dar su ronda ha­bitual. Se colocaba unos lentes grandes y redon­dos, cogía su chal con mucho cuidado, lo desliza­ba por su espalda y se lo ataba al cuello haciendo un lacito casi perfecto. Ella adoraba ese chal, no solo porque se lo había regalado su madre, sino porque era una herencia que había pasado de ge­neración en generación. Seguidamente, coloca­ba su cuaderno bajo su ala izquierda, y por últi­mo cogía su lápiz con la punta de su ala derecha.    

 

Qué bonita manera de narrar. Nos dice más acerca de Clocló. Y esta introducción termina así:

 

Clocló tenía un ritual que repetía todas las ma­ñanas al salir de su corral: miraba al cielo, daba un suspiro y decía:

—¡Bendigo este día con amor, y estoy segura de que el día de hoy será mucho mejor que el de ayer!

 

Y ya tenemos una imagen más clara de Clocló; la autora ha caracterizado muy bien a su personaje, tanto externa como internamente. ¿Pero esto es suficiente para que la historia sea buena? Noo, tiene que haber la oposición, el problema.

Y aquí viene una partecita del problema:

 

Era como un espectáculo para todos, quienes se reían y burlaban de sus hábitos tan distintos al de los demás, pero, afortunadamente esas burlas a ella no le importaban en realidad, debido a que era feliz con lo que hacía.

 

Pero aquí tampoco está todo el problema, sino que está en el hecho de que:

Clocló no podía poner huevos, no tenía pareja, porque los demás eran diferente de ella. No comían con cuchara o tenedor ni eran ordenados. Y como ella no podía poner huevos, entonces el dueño quería venderla.

¿Qué hacer? Hay que resolver el conflicto.

Cierto día un hombre baja de un camión y se esconde cerca de la granja, en la noche entra para robar los animales, y el dueño se da cuenta y se enfrenta. El dueño estaba a punto de ser derrotado, pero ahí interviene Clocló. Se mete en la pelea y ayuda a su dueño a espantar al ladrón. 

Por esta acción valiente, el dueño decide tenerla en su granja para siempre.

 

—¡Gracias, Clocló, me has salvado la vida, eres muy valiente! ¡Te cuidaré hasta que sanes, y te prometo que vivirás en esta granja por siempre!  

 

Aquí culmina la primera parte de la historia de Clocló.

 

En la historia siguiente tenemos otra vez a Clocló organizando un concurso de belleza. ¿Se imaginan a los animales desfilando? Aquí está la gallina mostrando sus dotes de organizadora.

En otra historia que se titula: La idea fantástica de Clocló. Ella tiene que solucionar problemas de varios animales de la granja, muchos de ellos insatisfechos. Clocló tiene una idea que hará que todos solucionen sus problemas a la vez, y se relacionen y hagan las cosas en conjunto.

 

Y en la última historia: Clocló se enamora. Así se titula. ¿saben cómo sucedió eso? Les cuento una partecita.

 

Era una noche tranquila como cualquier otra, cuando el sonido de una campana alarmó a to­dos los vecinos. Aquel sonido solo se escuchaba cuando algo grave sucedía. Y efectivamente, así fue. En la granja vecina se había producido un vo­raz incendio.

 

Ujú, ¿y cómo se produce el enamoramiento? Pues resulta que le encargan un animal de esa granja incendiada para que se quede en la granja donde vive Clocló, mientras reconstruyen la granja. 

 

Al día siguiente, después de la tragedia vivida, el dueño de la granja donde vivía Clocló, ingresó al corral de las gallinas con un gallo en los brazos, el cual había sido rescatado del incendio. Clocló y las gallinas, al ver llegar a su amo, se acercaron cuidadosamente.

 

Todas las gallinas miraban al extraño, algo im­presionadas y atónitas; pero en ese preciso instan­te, escucharon el ruido que hizo el cuaderno y el lapicero de Clocló al caer al suelo, lo que hizo que cambiaran su atención hacia ella, y más aún al no­tar que la gallina estaba como hipnotizada, quieta y en silencio; tanto así, que no se había percata­do de que sus cosas estaban regadas por la tierra.

—¡Hola, mi nombre es Gustavo! ¡Encantado, se­ñoras de estar aquí con ustedes! —fue así como se presentó, el nuevo compañero.

En ese momento, todas las gallinas salieron co­rriendo y solo quedó Clocló, quien se acercó a él y le dio la punta de su ala a modo de saludo.

—¡Encantada de conocerlo, Gustavo, yo soy Clocló! —dijo tímidamente y algo ruborizada.

Gustavo era un gallo muy peculiar, al igual que Clocló. Él llevaba un chaleco negro con una cor­bata estilo michi de color rojo, y completaba el atuendo con una camisa blanca que entonaba con su apariencia gallarda. Además, bajo el ala tenía un cuaderno de apuntes, y en la punta de su ala derecha sostenía un lápiz, al mismo estilo que la sorprendida gallina.

 

Pero hemos dicho que el gallo recién llegado iba a estar en la granja de Clocló mientras se reconstruía la granja incendiada, es decir, estaba temporalmente. Así que… ¿qué pasaría?

Aquí les dejo para que ustedes continúen la historia.

 

Acabo diciendo que Clocló me ha impresionado. No sería raro que aparezca de nuevo en un libro aparte. Creo que Clocló se lo merece.

Y también la autora, se merece un aplauso, por acercarnos a este personaje singular de las fábulas. Mil gracias.      

 

Jack Flores Vega

Huaral, 23 de Enero de 2023