EL RECICLADOR DE ALMAS, CUENTO DE DANIEL GUTIERREZ VENTOCILLA
¿Comentar un cuento? Sí, porque no. En la variopinta sociedad en que
vivimos hay escritores que con el afán de poner el libro al alcance del lector,
recurren a diversas estrategias; una de ellas es publicar cuento por cuento lo
que, tradicionalmente, se podría publicar en conjunto. Es un recurso válido, si
se tiene en cuenta que el texto es bueno, y que el lector o los lectores son
alumnos de un colegio estatal –con las conocidas carencias de costumbre y
dinero para comprar un libro, y hasta con las prohibiciones por parte del
director o docente encargado de un colegio o un plan lector. En lo que atañe a
este cuento –y otros-, puedo decir que El Reciclador de almas, del escritor
tarmeño Daniel Gutierrez Ventocilla exhibe una sencillez y grandeza en su
resultado; su cuento convence, persuade, llega al alma del lector, y, lo que es
más importante, lo vuelve un enamorado de la lectura; y hay más todavía
–tratándose de un autor-educador-, su cuento motiva, enaltece, engrandece el
alma del pequeño lector. Eso es lo que me sorprende. ¿Por qué? Porque muchas
veces un texto narrativo dirigido a niños y adolescentes tiene una enorme carga
pedagógica, opacando a la parte estética y lúdica del texto. Se insiste
bastante en la moraleja, en la enseñanza, olvidando que un texto, de por sí,
nos va a decir algo, nos va a mostrar algo. Y lo que se prefiere –tratándose de adolescentes- es que los lectores saquen sus propias conclusiones.
Para el cuento que menciono ahora, El Reciclador de almas, tiene por protagonista a un niño, enfermizo,
recluido en su casa, que sale solo para conocer al reciclador, un personaje que
acumula trastos y negocia con estos. Pero el reciclador no es un personaje
cualquiera, es un hombre sabio, que enseña al niño, lo motiva y trabaja con él en
común, enalteciéndolo. El relato tiene también historias internas, leyendas muy
bien hilvanadas que aportan a la grandeza del texto en conjunto.
El argumento es sencillo: Un niño que tiene una enfermedad incurable, que
no va al colegio y es atendido por una enfermera que lo visita, incluso al
colegio, para hacerle tomar las pastillas. Como se niega, lo asusta con
llevarlo con el reciclador:
“-Si no obedeces, te llevaré con el reciclador –amenazaba.
No le hacía caso, pero cuando empezaba a jalarme hacia la salida, ahí
recién le creía y entonces obedecía porque todos los chicos sabíamos que ese
viejo desdentado vendía a los niños desobedientes luego de pesarlos por kilos…
¡Ah!, y si ponías resistencia, te fumigaba con su aliento y caías patas arriba
como un insecto.”
Finalmente, por una pelea, el niño es expulsado del colegio. Y en
casa, mientras su madre se va a trabajar, se pone a dibujar caritas de niños:
“…en el exilio en que me encontraba resultó ser una buena idea.”
Luego sucede la proximidad del cumpleaños de su madre, y ante la falta
de dinero, el niño busca al reciclador. Este lo encara: “si conviertes
cualquier objeto en una herramienta de trabajo, serás útil en la vida…”. Y lo
somete a otras pruebas, y le cuenta historias que lo aleccionan. Solo al final
nos damos cuenta de la verdadera y dramática situación del niño, y lo que
realmente eran la mamá y el reciclador… ¡Emocionante! Una pequeña obra bien
trabajada, con técnicas narrativas similar a las cajas chinas, además de una
prosa sencilla y un contenido enaltecedor. Felicito al autor por su imaginación
y fantasía, y por su destreza para escribir con sencillez. Tarma y los
educandos –y todos que aman la literatura- necesitan más de esta calidad de
textos.
Lima, 5 de
julio de 2017
Jack flores
vega