“Así tiene
que ser” - o la modernidad sin héroes en los cuentos de Jack Flores Vega
Acaso
seremos el medioevo de una futura modernidad, reflexionaba Octavio Paz, pero el
medioevo que nos acoge no está como antes lleno de caballeros, de princesas y
de gestas. Los tiempos han cambiado bastante desde la “Morfología del cuento”
publicada por Valdimir Propp; la globalización ha homogeneizado a todos; tanto
a los escritores como a los personajes. Hay escasez de héroes, y más bien pululan
una especie de anti-héroes. Nada de eso incluso nos conmueve, a pesar de que
forman parte de nuestros actos y limbos cotidianos.
En
ese marco aparece Jack Flores con “Así tenía que ser”, su nuevo libro de cuentos,
esta vez dirigido a un público adulto, cuyas historias, fruto de su destreza
narrativa, nos presentan una lánguida atmósfera en la que sus personajes
intentan materializar sus diferentes planes de vida; estos intentos, son
descritos con esa habilidad que Jack nos ha sabido entregar desde sus primeros
libros.
Jack
Flores Vega ha venido publicando libros de cuentos, como “Lecciones para un
suicida”, y “La casa de Arguedas”, dirigidos a un público adolescente, e
incursionó con acierto en la literatura infantil con “El gallito que leía
periódicos”, además de una novela corta “Diario de Batalla”. Por esa fecha
surge, entre las gratas tertulias y encuentros literarios, la intención de Jack
de publicar una novela de contenido más serio. Luego de leer los cuentos
presentados en “Así tenía que ser”, algo me dice que Jack se encuentra muy
cerca de lograrlo.
En
el primero de los cuentos, “Vidas extrañas”, el Dr. Fausto busca refugio en su
clínica odontológica para olvidar su reciente y trágico divorcio y de todos sus
sueños truncados, distrayéndose con las historias de sus clientes y amigos. El
cortejo de Fausto a su asistente Marlene nos rememora esa maestría narrativa de
Flaubert (como todo buen escritor Jack es un buen lector, y esa acumulación de
técnicas se demuestra en sus obras). Aquella escena del hipódromo, que se
enlaza con el final del cuento, no dejará a nadie impasible.
Los
siguientes cuentos: “De todo” y “En la ventana” son apenas una muestra de lo
que esperamos ver en la prometida novela que prepara Jack, dos historias
rescatadas de la cotidianidad por el escritor. La literatura, a decir de
Octavio Paz, está enamorada del instante, tanto así que lo perenniza. Una
pollada de barrio y las maromas para llegar a fin de mes, y de paso intentar
trascender por encima de lo común, sinónimo de lo “real”.
En
“Pobre Ballena” Jack luce esa habilidad que ya le conocemos desde sus primeros
libros. La narración en segunda persona es precisa, y casi logra lo que uno
busca cuando se anima a escribir cuentos: construir personajes que parezcan
reales, hasta el punto de hacernos sentir parte del momento narrado.
De
acuerdo a algunos detalles y por el manejo de sus argumentos (“episódicos”,
según Aristóteles pero acertados en narrativa al fin y al cabo), podríamos considerar
tanto a “Una noche en Huancayo” y a “La telenovela” como dos relatos de cierto
corte fantástico.
Pero
es el cuento “Así no tenía que ser” el que nos muestra la nueva veta que Jack
abre con este libro y de seguro desarrollará en su próxima novela. El abogado
Martín Ramos Ponce ve sus ilusiones deformadas y no tiene más que aceptar esa
realización bizarra de sus deseos ( “Ay del que realiza su deseo”, nos alertaba
Martín Adán); esa “resignación” es ahora típica de la nueva fauna literaria. Inclusive
los personajes de Ribeyro eran más una especie de caballeros retirados y no
ganaban gestas sino apenas sobrevivir.
El
último pero no menos simpático de los cuentos, “Así tenía que ser” narra de
igual manera la resignación de Álvaro de seguir adelante en una relación al no
poder estar con Ángela, la hermana menor de su reciente pareja. Precisamente
son las conversaciones que se sostienen en los textos de Jack las que van
revelando incluso hechos y motivaciones (visos de Hemingway y Reynoso) que al
final desencadenan contradicciones en el pensar y el accionar de sus personajes.
Mientras
se iba modelando este artículo, surgieron varias discusiones en torno a la
necesidad y/o trascendencia de los diálogos (aparentemente triviales ) en los
textos narrativos. Nada que Wittgenstein o Van Dijk no hayan intentado resolver
desde los campos de la Linguística y la Filosofía. Recordemos entonces que sí,
que al final los diálogos cotidianos alcanzan mayor trascendencia que los
entredichos académicos por estar más relacionados con el mundo real.
¿Cómo
tienen que ser las cosas? El libro de Jack Flores me trajo a la mente las
palabras del patrón en “El sueño del pongo”, de José María Arguedas, y como
hemos visto en el análisis de algunos cuentos suyos (justo aquello que nos
captura y nos divierte) la cosas para los personajes de Jack no salen nunca así
como tenían pensado. Las cosas son (o no son) como son, (pero cuidado, dijo
platón) o como deberían ser (o haber sido, otra vez Aristóteles) siempre en
manos de los escritores. A leer, pues.
Elio Osejo
Escritor