Novela sobre un poeta de la generación del
70
EL POETA QUE TOCABA TAMBOR, DE MAYNOR FREIRE
Pocas veces he leído en la literatura peruana, un libro que entretenga
tanto, un libro que es una mezcla de ficción y realidad -incrustaciones de hechos
reales-, que es a la vez un homenaje y una especie de crónica –sin llegar a
serlo-, y que tenga en su contenido una música de candombé, tambor y orixás; y
un lenguaje y figuras cuasi rabelesianas. Sí, porque esa es la impresión que me
da al leer la novela breve El poeta que
tocaba tambor, de nuestro queridísimo amigo Maynor Freire, escritor de
larga data. Sorprende que esta novela no solo sea un homenaje a un poeta y
amigo de su generación, sino también una manera de ver el pasado, un recorrido
hacia atrás de la historia de un grupo -la gloriosa generación del 70, aquella
que hizo que la poesía peruana, el arte en general, tomara las calles, se
desparramara y surgieran poetas incendiarios desde cualquier rincón del país-.
Pero el libro no es una memoria –aunque hay atisbos de eso-, es un homenaje, es
un canto de amistad, de camaradería, de sueños. Es una parte de la “historia”
de un grupo poético, del cual, uno de sus integrantes, Manuel Morales, El poeta que tocaba tambor, está ya fallecido.
Murió en Porto Alegre, Brasil, adonde había ido a vivir, enamorado de una
mujer, y porque en el país “ser poeta es más difícil que levantar una mesa con
los dientes, no se lo deseo ni a superman.” Y nos regala Maynor unos viajes
imaginarios y reales hacia el Brasil, nos regala diálogos imaginarios y también
reales, nos resucita a personajes de las obras de Jorge Amado y arma y desarma
su baile, sus orixás para edificar la vida traviesa del poeta. Eso es lo que
tiene de novedoso este libro, mezcla de peruano y
brasileño, mezcla de fantasía y color. Maynor hace un sincretismo, hay elementos
de peruanidad y personajes brasileños, todos ensamblados para edificar su canto
festivo al amigo, a la generación, al Brasil de Jorge Amado.
Por eso me metí en Salvador al
rincón aquel donde se danzaban las músicas verdaderas afrobrasileñas, el
candombe, los homenajes a Yemanyá que me entusiasmaron hasta romper mi
abstinencia y luego meterme a bailar con una de las impresionantes negras,
hasta que creo a causa del trago y la danza sufrí un repentino vahído y me
desperté aquí a tu lado, en la Bajada del Pelourinho –le contaba a Manuel
Morales.
El autor dialoga con su personaje principal,
juega con los hechos reales hasta transformarlos y hacer un recorrido
fantasioso, festivo por la vida y obra del personaje –y en parte, por la de él
mismo, por su época y la complicidad de la poesía y narrativa. Maynor Freire,
con El poeta que tocaba tambor ha edificado un arte auténtico, ha puesto su
sangre ahí y se ha puesto a bailar contagiado por el lugar donde el poeta
Morales decidió radicar.
Maynor ha tocado el tambor, conviene ahora que como retribución nos
empapemos de este libro y le respondamos. Nuestro tambor también puede alcanzar
a los oídos de él, de sus personajes, y celebrar. Es su ejemplo.
Y no podemos
irnos sin decir unos versos del poeta Manuel Morales, inspirador de esta obra:
Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo,
cuídalo
Porque ahora ya nadie toca
tambor
Más aun, ya nadie tiene un amigo
………………………………………………
Maynor, con su novela ha demostrado que sí es un amigo, y que el
tambor lo tiene listo, para cuando la ocasión y la inspiración lo decidan. Bien
por él y por todos los que amamos la literatura. Nuestra gratitud es
imperecedera.
Salud. (con
caipirinha incluida, aunque estemos lejos de Porto Alegre).
Lima, 19 de noviembre
de 2014
Jack flores vega